Templo Parroquial de Yuty

En el corazón palpitante de Yuty, sur de Caazapá, como un faro de fe y memoria, se alza el templo parroquial de la Virgen de la Natividad. Su silueta, bañada por la luz limpia del sur de Caazapá, se recorta contra el cielo como un poema de cal y esperanza. La fachada, en tonos crema y amarillo ocre, respira una elegancia serena, casi como si el tiempo se detuviera ante su dignidad.

Templo Virgen de la Natividad, joya arquitectónica y corazón espiritual de Yuty.

El templo, restaurado recientemente por la Municipalidad local, bajo la administración de Ever Vera Dávalos, no solo ha recuperado su esplendor, sino que ha renovado su abrazo con la comunidad. Cada piedra parece contar historias antiguas, susurradas por generaciones que encontraron en él consuelo, júbilo y fe.

Tres arcos de medio punto invitan al peregrino a cruzar su umbral, mientras la torre central —coronada por una cúpula blanca y una cruz que se eleva hacia lo infinito— parece dialogar con el cielo. Dos pináculos escoltan la estructura con silenciosa solemnidad, como guardianes del misterio.

Entre muros de cal y fe, la parroquia de Yuty guarda los suspiros de un pueblo creyente.

Un cartel que reza “Peregrinos de la Esperanza” cuelga sobre el pórtico, como si las propias paredes recordaran a los fieles que la fe también es camino. A sus pies, macetas con plantas vivas añaden un susurro de verdor y hospitalidad.

Este templo no es solo un lugar sagrado; es alma y raíz del pueblo. Ha sido testigo mudo de bautismos y bodas, de lágrimas y cantos, de rezos al amanecer y despedidas al atardecer. Más que una iglesia, es una casa común donde Yuty se encuentra consigo misma y con lo eterno.

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