Fierro Punta: el puente donde duerme el tiempo
Sobre el lecho calmo del río Pirapó y bajo un cielo azul inquebrantable, se alza firme y melancólico el viejo puente ferroviario conocido como Fierro Punta, un tesoro compartido por Yuty y Yegros, pueblos hermanos en historia y corazón.

Forjado en acero y tiempo, es una cicatriz de hierro que aún cruza el paisaje con la dignidad de los gigantes olvidados.
Su arco principal, una jaula geométrica de vigas entrecruzadas, parece suspenderse en el aire, como si desafiara el paso de los años y la mudez del tren que ya no pasa. Que nostalgia, por Dios.
Los pilares de ladrillo y piedra que lo sostienen, ennegrecidos por el agua y el sol, guardan el eco de locomotoras que una vez silbaron su paso, llevando consigo carga, promesas, ausencias. Las bases, macizas y austeras, se hunden en la tierra como raíces de una memoria colectiva que no se resigna al olvido.
El puente no solo une dos orillas: une dos pueblos hermanos, une épocas. Es un testimonio silencioso de la voluntad humana, del esfuerzo de quienes, con manos callosas y sueños de hierro, trazaron rieles por selvas y esteros.
Hoy, oxidado pero altivo, resiste la erosión del tiempo como un poema de acero y ladrillo —una reliquia viva que aún sostiene la mirada de los que saben ver más allá del abandono.